lunes, 17 de junio de 2013

Bucarest, una ciudad que no duerme.

Todo empezó con una simple pregunta, ¿y si vamos a Bucarest el próximo fin de semana? Pronto la máquina de la ilusión se puso a trabajar, y en tan sólo un día sabíamos el precio del tren, el hostal donde nos quedaríamos y alguno de los lugares más importantes que visitar.

El pasado viernes a eso de las cinco de la tarde partía un viejo tren hacia la capital de Rumanía, Bucarest. Tres horas de viaje, y no es que recorriéramos muchos kilómetros, sino que el tren hace muchísimas paradas, paradas donde no existen andenes, sólo una señal que indica al maquinista que existe una parada. El camino de ida se hizo muy corto, tal vez de la emoción, pese a estar muy cansado, no podía cerrar los ojos, y es que el paisaje era impresionante, verde, verde y más verde. A parte del paisaje me interesaba mucho las personas que subían y bajaban de viejo tren, y es que el estereotipo de personas con nacionalidad rumana que tenemos, no tiene nada que ver, es impresionante la diversidad que existe.

Una vez en Bucarest tocaba cenar, pero amigos y amigas, que grande es Bucarest, no podría definirlo, y es que los prejuicios existentes no me permitían imaginarme esta gran ciudad, carteles luminosos, tiendas enormes, centros comerciales, grandes parques, etc. En ella hay vida a todas horas, largas colas de taxis, floristerías abiertas hasta la madrugada, restaurantes de comida rápida, impresionante. Tal vez el único punto negativo, como otra gran ciudad tal vez sea la pobreza, que es más visible, y lo que es peor, visible en ancianos y niños, que simplemente te pedían comida, ni si quiera dinero.

Nos hospedamos en un hostal llamado "X", si, habéis leído bien, "X", pero tranquilidad que aquello de erótico sólo tenía la letra. Este hostal se encuentra justamente en el centro de la ciudad, está muy limpio y es muy barato, tan solo 7 euros por noche, pero lo realmente importante que me ocurrió en este hostal fue la llegada de un aventurero japonés, él y su mochila, un anciano muy simpático de unos ochenta años, que nos ganó a los presentes con la historia de su viaje por Rumanía.

Amanecía en Bucarest y con el amanecer nuestro despertar, una gran ciudad plagada de lugares únicos nos esperaba. La primera visita era obligada, El Parlamento, según el guía sólo visitamos el diez por ciento del palacio, que por cierto, siempre que ves edificios de estas características piensas, ¿cómo pudieron hacerlo?, en las imágenes que se adjuntan en esta entrada se puede apreciar diferentes partes del edificio, es impresionante, grandes puertas, grandes ventanas, piso y columnas de mármol, pantallas enormes, etc.

Una vez visitado el parlamento, y mediante un flayer que estaba en la recepción del hostal como muchos otros, leímos uno que decía, "tour free", y allá fuimos, a las seis en punto en el reloj del parque, y sinceramente, pese a ser gratis la visita, cómo se lo han currado los guías, y es que nos contaron la historia reciente del país, con imágenes incluidas. Pero lo mejor no es que el tour fuese gratis, lo mejor es que hemos conocido los edificios más importantes de Bucarest (no todos), tales como el Palacio de Justicia, el Ateneu Romano, etc.

Bueno amigos y amigas, no me extiendo más, lo mejor es disfrutar de las fotografías que les adjunto en esta entrada, y decirles, que Rumanía no es tal y como la pensamos, estos rumanos y estas rumanas cada día que pasa me ganan más, y es que yo les definiría con una palabra, hospitalidad, y es que te ayudan en todo lo posible.

Debemos de cambiar el chip, y dejar de pensar en esos estereotipos tan absurdos que tenemos.

Espero que les haya gustado esta entrada, he intentado sintetizar todo lo posible este viaje que he realizado sin pensarlo, en breve más entradas, no prometo que sean buenas, sólo trato de transmitir mis sentimientos y mi experiencia en este maravilloso país, Rumanía.

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